miércoles, 5 de noviembre de 2014

Tras las tarjetas negras llega ahora el miedo por la economía

Rato y Blesa "propiciaron" el uso indebido de fondos mediante las tarjetas B 

El escándalo de las tarjetas negras empieza a dar sus últimas boqueadas informativas. Tras de que Miguel Blesa y Rodrigo Rato paguen sus fianzas el asunto terminará añadiéndose a la interminable lista de los procesos judiciales de corrupción que tardarán años en resolverse. Pero es casi seguro que en los próximos meses saldrán a la luz nuevos episodios del latrocinio que el poder económico y político ha venido practicando en los años pasados. Aunque sólo sea porque alguno de los "caídos" en los capítulos anteriores querrán paliar su ignominia –la de haberse dejado pillar– denunciando, bajo manga, claro está, comportamientos similares por parte de sus congéneres.
La corrupción va a ser una de las constantes de la crónica española del tiempo que queda hasta las generales de 2015. Lo cual no será una sorpresa, porque es lo que hay desde hace unos cuantos años. Lo nuevo, aunque tampoco muy sorprendente para quienes no se han dejado engatusar por la propaganda oficial, es que el espectáculo de la degradación moral de nuestra élite se verá acompañado por un proceso de empeoramiento de la situación económica que puede incluso derivar en un nuevo colapso financiero.
Esta semana, la palabra miedo se ha repetido hasta la saciedad en las primeras páginas de los grandes diarios económicos del mundo. Miedo a que Grecia se dé un nuevo batacazo y deje de pagar a sus acreedores: y la posibilidad de que Syriza gane las próximas elecciones no es ajena al mismo. Miedo a que Europa entre en recesión, con Alemania a la cabeza y sin que por ello Angela Merkel renuncie a su política de "austericidio". Miedo a que las primas de riesgo vuelvan a dispararse (y entre ellas la española que junto a la italiana es la que más preocupa, como siempre, a los analistas internacionales). Miedo a que las crisis geopolíticas –Oriente Próximo, Ucrania y hasta el ébola, que puede hundir al sector del transporte aéreo– agraven la situación, en un momento en el que las economías de Estados Unidos y de China están perdiendo potencia.
Como viene ocurriendo desde hace demasiado tiempo, ese panorama aparece sólo muy tímidamente apuntado en los medios de comunicación españoles: el que el jueves la prima de riesgo llegara a 160 puntos prácticamente se ha ocultado. Pero se traza con rasgos muy alarmados y alarmantes en los extranjeros, sobre todo en los últimos días, cuando las bolsas occidentales se han hundido y algo que apunta al pánico inversor ha vuelto a aparecer en los mercados de deuda pública. Como era de esperar, los portavoces del gobierno español y, a la cabeza de ellos, su presidente, han quitado hierro a las noticias, diciendo que el bajón es sólo pasajero y de que lo demás, los "fundamentos de la economía", ha dicho Rajoy, va bien.
Lo cierto es que la sensación de los especialistas es que la cosa no es ni mucho menos pasajera, que lo que está ocurriendo es que se ha acabado el espejismo de que las cosas empezaban a resolverse que se creó en los dos últimos años. Y que los problemas de fondo sin resolver, económicos y financieros, han vuelto a la salir a la luz. Y que es muy posible que lo hagan cada vez con más fuerza. Primero, porque son muy graves. Las enormes deudas, públicas y privadas, de algunos países, entre ellos España, las ineficiencias del mercado y las consecuencias de la política de austeridad, que han postrado a buena parte de la economía europea, son algunos de ellos.

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